El hallazgo de un sistema de distribución de agua completa la información de los investigadores para recuperar la fisonomía original del fortín islámico
Dos puertas y no sólo una daban acceso en el siglo XI a la almudaina de Gumara, ahora Torres del Temple. Los arqueólogos Llorenç Vila y Noemí Prats, de la empresa Elements, han descubierto un segundo arco islámico, detrás del primero, en el espacio de entrada a la fortaleza.
"Esta segunda puerta está recortada y es donde construyeron posteriormente dos arcos de medio punto para ganar espacio", refiere Vila. Así, los arqueólogos rectifican lo que hasta ahora se creía: que al fortín islámico se accedía por una sola abertura. "El de Gumara es un sistema de acceso de doble puerta, con un ancho de aproximadamente 1,60 metros y con una bóveda de dos metros", detalla Vila, quien afirma que en el proyecto arquitectónico sería posible rescatar esta segunda entrada.
En cuanto al primer arco, su arranque también podría ser reconstruido porque sólo se conservan cuatro de las piedras en forma de cuña que dan forma al arco. El resto debieron ser destruidas tras alguna escaramuza. Otro hallazgo fruto de las excavaciones, encargadas por Cort y presupuestadas en 41.000 euros, es la detección de un sistema de distribución de agua que está en las rocas. "Lo hemos encontrado en la torre izquierda, al fondo del edificio. Allí excavamos en el subsuelo y dimos con un pozo. Se ve luego que de éste sale un ramal hacia un depósito rectangular, del que a su vez sale otro ramal que se dirige al interior del patio. Esto significa que el agua llegaba a las dos torres", asegura.
Cabe recordar que el pasado mes de agosto, los trabajos iniciados en marzo en el edificio de propiedad municipal dejaron al descubierto el trazado de la puerta principal de la fortificación, así como los dos cuerpos de guardia, hallados en las partes inferiores de las torres. En uno de los cuerpos, descubrieron también parte de la muralla. Y en el otro, una puerta de acceso lateral a la torre. Con todos estos elementos se han podido definir los límites del baluarte, que debían llegar aproximadamente a los cinco metros de altura, justo por encima del primer piso. Los investigadores suponen que sobre él caminaban los militares que defendían la ciudad, en aquellos momentos Madina Mayurqa.
Al poco de empezar las pruebas arqueológicas, los científicos localizaron los vasos comunicantes de la fortificación: el paseo de ronda de época musulmana, que unía las dos torres, y tres escaleras de caracol.
El edificio, que se convertirá en un centro de interpretación sobre los fortines islámicos, ha quedado redefinido tras el trabajo de Vila y Prats, que han logrado hacer una fotografía con la fisonomía original. Como ya explicaron a este diario en marzo, la estructura primigenia es mucho más pequeña a la que hoy se contempla. De los cincos pisos que hay actualmente, al acabar la reforma sólo quedarán tres. El cuerpo central del edificio se eliminará, pues es un añadido posterior.
Cabe recordar que la almudaina islámica, después de la conquista de Jaume I, pasó a los cristianos, en concreto a la Orden del Temple. En el siglo XIX, se convirtió en un edificio de viviendas y quedó desvirtuado.
El proyecto arquitectónico en que el departamento municipal de Patrimonio trabaja prevé la recuperación al máximo de la fisonomía primera de la construcción para incluirla dentro del proyecto de museo en red de la ciudad, cuyo centro sería el casal gótico de Can Serra.
*Fuente. Diario de Mallorca
"Esta segunda puerta está recortada y es donde construyeron posteriormente dos arcos de medio punto para ganar espacio", refiere Vila. Así, los arqueólogos rectifican lo que hasta ahora se creía: que al fortín islámico se accedía por una sola abertura. "El de Gumara es un sistema de acceso de doble puerta, con un ancho de aproximadamente 1,60 metros y con una bóveda de dos metros", detalla Vila, quien afirma que en el proyecto arquitectónico sería posible rescatar esta segunda entrada.
En cuanto al primer arco, su arranque también podría ser reconstruido porque sólo se conservan cuatro de las piedras en forma de cuña que dan forma al arco. El resto debieron ser destruidas tras alguna escaramuza. Otro hallazgo fruto de las excavaciones, encargadas por Cort y presupuestadas en 41.000 euros, es la detección de un sistema de distribución de agua que está en las rocas. "Lo hemos encontrado en la torre izquierda, al fondo del edificio. Allí excavamos en el subsuelo y dimos con un pozo. Se ve luego que de éste sale un ramal hacia un depósito rectangular, del que a su vez sale otro ramal que se dirige al interior del patio. Esto significa que el agua llegaba a las dos torres", asegura.
Cabe recordar que el pasado mes de agosto, los trabajos iniciados en marzo en el edificio de propiedad municipal dejaron al descubierto el trazado de la puerta principal de la fortificación, así como los dos cuerpos de guardia, hallados en las partes inferiores de las torres. En uno de los cuerpos, descubrieron también parte de la muralla. Y en el otro, una puerta de acceso lateral a la torre. Con todos estos elementos se han podido definir los límites del baluarte, que debían llegar aproximadamente a los cinco metros de altura, justo por encima del primer piso. Los investigadores suponen que sobre él caminaban los militares que defendían la ciudad, en aquellos momentos Madina Mayurqa.
Al poco de empezar las pruebas arqueológicas, los científicos localizaron los vasos comunicantes de la fortificación: el paseo de ronda de época musulmana, que unía las dos torres, y tres escaleras de caracol.
El edificio, que se convertirá en un centro de interpretación sobre los fortines islámicos, ha quedado redefinido tras el trabajo de Vila y Prats, que han logrado hacer una fotografía con la fisonomía original. Como ya explicaron a este diario en marzo, la estructura primigenia es mucho más pequeña a la que hoy se contempla. De los cincos pisos que hay actualmente, al acabar la reforma sólo quedarán tres. El cuerpo central del edificio se eliminará, pues es un añadido posterior.
Cabe recordar que la almudaina islámica, después de la conquista de Jaume I, pasó a los cristianos, en concreto a la Orden del Temple. En el siglo XIX, se convirtió en un edificio de viviendas y quedó desvirtuado.
El proyecto arquitectónico en que el departamento municipal de Patrimonio trabaja prevé la recuperación al máximo de la fisonomía primera de la construcción para incluirla dentro del proyecto de museo en red de la ciudad, cuyo centro sería el casal gótico de Can Serra.
*Fuente. Diario de Mallorca
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