Por primera vez se muestran fuera de Bolivia cerámicas halladas en 2004.
Es uno de los descubrimientos arqueológicos más importantes de los últimos cincuenta años en Bolivia. Reveló aspectos no conocidos de la cultura Tiwanaku (o Tiahuanaco, en español), una de las civilizaciones más importantes de la antigüedad, que abarcaba Bolivia, zonas de Perú, Chile e incluso partes el noroeste argentino y que los expertos comparan con el Antiguo Egipto. Ahora, treinta objetos de cerámica de más de mil años de antigüedad, hallados en la isla Pariti del lago Titikaka (o Titicaca), el corazón de Tiwanaku, están siendo exhibidos en el Museo Nacional de Bellas Artes, en Buenos Aires.
En una conferencia realizada en el auditorio del museo, Jedú Sagárnaga, arqueólogo boliviano y líder de la expedición de 2004 que descubrió las piezas, recuerda el momento clave: "Fue una de las mayores emociones de mi vida. En realidad, estábamos enfrente de la isla, en otro yacimiento, y un día se acercó un comunero de Pariti y nos dijo que allí había elementos importantes y que fuéramos. Hizo descripciones que nos despertaron curiosidad, pero después cuando nos trajo objetos que incluían una cabeza humana perfecta nos quedamos con la respiración cortada".
Tras varias idas y vueltas -en las que no estuvieron ausentes las varias convulsiones sociopolíticas del momento en Bolivia-, el grupo, también comandado por el finlandés Antti Korpisaari, logró financiamiento de la Universidad de Helsinki para realizar las excavaciones en Pariti que finalmente darían con el yacimiento descubierto.
"A la primera semana se dio el hallazgo -recuerda Sagárnaga-. La Pachamama nos dio este placer. No lo podíamos creer. Era una innumerable cantidad de fragmentos de piezas. Enseguida nos dimos cuenta de que habían sido rotas a propósito en una suerte de ritual. Cargamos todo y al llevarlas a La Paz casi nos ahogamos en la lancha por una terrible tempestad que se desencadenó. Parecía que la diosa del lago no quería que nos las lleváramos. Fue realmente de miedo lo que pasamos".
Una vez en La Paz, las piezas fueron ensambladas -"al principio nos oponíamos", reconoce el arqueólogo- y se armaron alrededor de 530 objetos que llamaron la atención por varios motivos: "Nunca se habían visto vasos talladores de este tamaño o cruces en las partes internas. Se trataba de piezas de alta calidad estética, muy pequeñas y que nos hacen deducir cuestiones importantes".
Efectivamente, las piezas halladas permitían ver nuevos aspectos de la vida tiwanaku. Según los estudios preliminares -hay que seguir estudiando, dice Sagárnaga- las imágenes permiten inferir que habría dos grupos étnicos separados entre los tiwanakotas: "Hay imágenes que muestran hombres con adornos en el labio superior y patillas; y otras con adornos en el labio inferior, que no tienen pelo en la nuca", cuenta el arqueólogo. También llamó la atención la aparición de vasijas pares, lo que se emparenta con la concepción dual del mundo andino.
De esas valiosísimas piezas, se hizo una selección de treinta que empezaron a recorrer Bolivia y que ahora llegaron a la Argentina, en su primera salida al exterior. Vasijas con o sin pedestal, moldeadas con formas masculinas, femeninas y zoomorfas, vasos y retratos son algunos de los objetos que se pueden apreciar en el Bellas Artes.
"En la actualidad -señala Sagárnaga- seguimos excavando y estamos seguros de que Pariti todavía tiene muchas sorpresas para todos. Mientras tanto, la muestra brinda algo de lo que descubrimos y da una idea de esta cultura milenaria de la que estamos todos orgullosos".
*Fuente. Clarín
Es uno de los descubrimientos arqueológicos más importantes de los últimos cincuenta años en Bolivia. Reveló aspectos no conocidos de la cultura Tiwanaku (o Tiahuanaco, en español), una de las civilizaciones más importantes de la antigüedad, que abarcaba Bolivia, zonas de Perú, Chile e incluso partes el noroeste argentino y que los expertos comparan con el Antiguo Egipto. Ahora, treinta objetos de cerámica de más de mil años de antigüedad, hallados en la isla Pariti del lago Titikaka (o Titicaca), el corazón de Tiwanaku, están siendo exhibidos en el Museo Nacional de Bellas Artes, en Buenos Aires.
En una conferencia realizada en el auditorio del museo, Jedú Sagárnaga, arqueólogo boliviano y líder de la expedición de 2004 que descubrió las piezas, recuerda el momento clave: "Fue una de las mayores emociones de mi vida. En realidad, estábamos enfrente de la isla, en otro yacimiento, y un día se acercó un comunero de Pariti y nos dijo que allí había elementos importantes y que fuéramos. Hizo descripciones que nos despertaron curiosidad, pero después cuando nos trajo objetos que incluían una cabeza humana perfecta nos quedamos con la respiración cortada".
Tras varias idas y vueltas -en las que no estuvieron ausentes las varias convulsiones sociopolíticas del momento en Bolivia-, el grupo, también comandado por el finlandés Antti Korpisaari, logró financiamiento de la Universidad de Helsinki para realizar las excavaciones en Pariti que finalmente darían con el yacimiento descubierto.
"A la primera semana se dio el hallazgo -recuerda Sagárnaga-. La Pachamama nos dio este placer. No lo podíamos creer. Era una innumerable cantidad de fragmentos de piezas. Enseguida nos dimos cuenta de que habían sido rotas a propósito en una suerte de ritual. Cargamos todo y al llevarlas a La Paz casi nos ahogamos en la lancha por una terrible tempestad que se desencadenó. Parecía que la diosa del lago no quería que nos las lleváramos. Fue realmente de miedo lo que pasamos".
Una vez en La Paz, las piezas fueron ensambladas -"al principio nos oponíamos", reconoce el arqueólogo- y se armaron alrededor de 530 objetos que llamaron la atención por varios motivos: "Nunca se habían visto vasos talladores de este tamaño o cruces en las partes internas. Se trataba de piezas de alta calidad estética, muy pequeñas y que nos hacen deducir cuestiones importantes".
Efectivamente, las piezas halladas permitían ver nuevos aspectos de la vida tiwanaku. Según los estudios preliminares -hay que seguir estudiando, dice Sagárnaga- las imágenes permiten inferir que habría dos grupos étnicos separados entre los tiwanakotas: "Hay imágenes que muestran hombres con adornos en el labio superior y patillas; y otras con adornos en el labio inferior, que no tienen pelo en la nuca", cuenta el arqueólogo. También llamó la atención la aparición de vasijas pares, lo que se emparenta con la concepción dual del mundo andino.
De esas valiosísimas piezas, se hizo una selección de treinta que empezaron a recorrer Bolivia y que ahora llegaron a la Argentina, en su primera salida al exterior. Vasijas con o sin pedestal, moldeadas con formas masculinas, femeninas y zoomorfas, vasos y retratos son algunos de los objetos que se pueden apreciar en el Bellas Artes.
"En la actualidad -señala Sagárnaga- seguimos excavando y estamos seguros de que Pariti todavía tiene muchas sorpresas para todos. Mientras tanto, la muestra brinda algo de lo que descubrimos y da una idea de esta cultura milenaria de la que estamos todos orgullosos".
*Fuente. Clarín
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