El hallazgo de un antiquísimo sello cilíndrico con los dibujos impresos de cuatro dioses de la antigua Mesopotamia hizo saltar todas las alarmas entre el pequeño equipo de investigadores de la Universidade da Coruña que lleva cinco años de expediciones arqueológicas en el valle del río Éufrates, al noroeste de Siria. Comenzaron explorando esta zona, hasta entonces virgen de prospecciones, en busca de datos sobre la evolución de las fronteras en el cuarto milenario antes de Cristo. Y el yacimiento resultó ser una mina en conocimientos y datos sobre los orígenes de la civilización urbana.
Sus descubrimientos, una fortaleza asiria del siglo XIII antes de Cristo y los restos de una ciudad circular con más de 6.500 años de antigüedad, están a un paso de permitir reescribir un página de la historia de la antigua Mesopotamia y arrojar luz sobre "el concepto de los Estados, el de las fronteras, y del urbanismo o cómo se fraguó el paso de la aldea a la ciudad" en el tercer milenio antes de Cristo.
"Tenemos todo un libro de la historia esperándonos allí", asegura, entusiasmado Juan Luis Montero Fenollós. Profesor de la Facultad de Humanidades del campus de Ferrol, dirige con un colega sirio la expedición promovida por la Universidad coruñesa y el Ministerio de Cultura del país árabe en la garganta de Halabiya, la fractura natural del valle del río Éufrates. Y dentro de la propia garganta, en Tall Qabr Abu al-Atiq (la colina de la tumba de Abu al-Atiq) apareció el primer gran hallazgo: los vestigios de una fortaleza asiria, ese país de la antigua Mesopotomia nacido al pie del río Tigris.
"Fue destruida por un enorme incendio, pero eso fue una suerte porque todo quedó allí enterrado", destaca Montero. La expedición, compuesta por una veintena de arqueólogos, historiadores y topógrafos, logró sacar a la luz cuatro habitaciones de la fortaleza así como gran número de piezas de cerámicas y utensilios que permitirán reconstruir cómo era la vida cotidiana en aquella época lejana pero importante por tratarse "de la cuna de la civilización". Allí también apareció el famoso sello, "de gran belleza" y la pista fundamental para otro gran descubrimiento: era el marchamo de los altos funcionarios del reino asirio. "Y si está ahí, es que tenemos cerca un archivo administrativo histórico", con posibles textos en tablillas de arcilla que permitirían, de confirmarse, desentrañar enigmas y grandes lagunas sobre los orígenes de la civilización.
Pero aún hay más: el equipo de Montero halló la existencia de toda una ciudad, configurada en circulo y fundamental para averiguar los orígenes del urbanismo. Data del año 2.600 antes de Cristo. Gracias a una prospección con georradar, similar al empleado para averiguar dónde está la tumba de García Lorca y cuya principal ventaja es evitar la destrucción que conlleva cualquier excavación arqueológica, la expedición coruñesa averiguó la presencia, hasta ahora desconocida, de esta antíquisima urbe. Evidencia, por su forma radial, no sólo los avanzados conocimientos geométricos de los antepasados orientales, sino la existencia hace más de 6.500 años de "una sorprendente civilización culta y refinada".
Esa ciudad, aún sin nombre, es similar a la única metrópolis del río Éufrates que se conocía hasta el momento, Mari, la rival de Babilonia y considerada fundamental para saber cómo comenzó la era urbana. La exploración de ese yacimiento, prevista para la primavera de 2010, revolucionará, según Juan Luis Montero, lo que hasta ahora se sabía sobre los principios del urbanismo, la expansión del imperio asirio e incluso cómo evolucionaron fronteras y el concepto de Estado, ya muy marcado en la sociedad del cuarto y tercero milenio antes de Cristo.
Ahora, el gran problema para los investigadores es el tiempo. El Gobierno sirio proyecta construir un gran embalse en esa garganta del río Éufrates, pegado al yacimiento de Tall Qabr, y apremia a acelerar la exploración de esta zona del Oriente Próximo considerada cuna de la civilización pero que pronto quedará sepultada bajo las aguas.
"Nosotros no buscamos tesoros, ni oro, no nos interesa, sólo queremos investigar y explorar una zona ahora virgen que puede resolver grandes enigmas y lagunas importantes de nuestro pasado", destacó el director de la expedición. Presentará dentro de 15 días sus resultados en un congreso internacional en Madrid y, convencido del impacto que supondrá, Montero espera ahora toda la colaboración y ayuda para sacar a la luz los secretos que aún conservan la fortaleza y la ciudad hasta ahora desconocidas del Éufrates.
Este profesor coruñés, que se declara harto del protagonismo mediático que adquiere cualquier descubrimiento de una nueva momia egipcia "cuando no arroja ningún datos histórico nuevo", insiste en la importancia que supone averiguar la evolución y expansión de la civilización asiria y de la antigua Mesopotamia. "Los franceses llevan 70 años haciendo prospecciones sobre Mari, la ciudad que se consideraba hasta ahora una excepción y ejemplar único en Oriente Próximo de los principios del urbanismo", destaca Montero. Pero ahora resulta que hubo otra, también al pie del Éufrates, y con una mina de secretos aún sin destapar. "Explorarla va a permitirnos averiguar cómo se pasó de vivir en aldeas a una sociedad urbana".
Sus descubrimientos, una fortaleza asiria del siglo XIII antes de Cristo y los restos de una ciudad circular con más de 6.500 años de antigüedad, están a un paso de permitir reescribir un página de la historia de la antigua Mesopotamia y arrojar luz sobre "el concepto de los Estados, el de las fronteras, y del urbanismo o cómo se fraguó el paso de la aldea a la ciudad" en el tercer milenio antes de Cristo.
"Tenemos todo un libro de la historia esperándonos allí", asegura, entusiasmado Juan Luis Montero Fenollós. Profesor de la Facultad de Humanidades del campus de Ferrol, dirige con un colega sirio la expedición promovida por la Universidad coruñesa y el Ministerio de Cultura del país árabe en la garganta de Halabiya, la fractura natural del valle del río Éufrates. Y dentro de la propia garganta, en Tall Qabr Abu al-Atiq (la colina de la tumba de Abu al-Atiq) apareció el primer gran hallazgo: los vestigios de una fortaleza asiria, ese país de la antigua Mesopotomia nacido al pie del río Tigris.
"Fue destruida por un enorme incendio, pero eso fue una suerte porque todo quedó allí enterrado", destaca Montero. La expedición, compuesta por una veintena de arqueólogos, historiadores y topógrafos, logró sacar a la luz cuatro habitaciones de la fortaleza así como gran número de piezas de cerámicas y utensilios que permitirán reconstruir cómo era la vida cotidiana en aquella época lejana pero importante por tratarse "de la cuna de la civilización". Allí también apareció el famoso sello, "de gran belleza" y la pista fundamental para otro gran descubrimiento: era el marchamo de los altos funcionarios del reino asirio. "Y si está ahí, es que tenemos cerca un archivo administrativo histórico", con posibles textos en tablillas de arcilla que permitirían, de confirmarse, desentrañar enigmas y grandes lagunas sobre los orígenes de la civilización.
Pero aún hay más: el equipo de Montero halló la existencia de toda una ciudad, configurada en circulo y fundamental para averiguar los orígenes del urbanismo. Data del año 2.600 antes de Cristo. Gracias a una prospección con georradar, similar al empleado para averiguar dónde está la tumba de García Lorca y cuya principal ventaja es evitar la destrucción que conlleva cualquier excavación arqueológica, la expedición coruñesa averiguó la presencia, hasta ahora desconocida, de esta antíquisima urbe. Evidencia, por su forma radial, no sólo los avanzados conocimientos geométricos de los antepasados orientales, sino la existencia hace más de 6.500 años de "una sorprendente civilización culta y refinada".
Esa ciudad, aún sin nombre, es similar a la única metrópolis del río Éufrates que se conocía hasta el momento, Mari, la rival de Babilonia y considerada fundamental para saber cómo comenzó la era urbana. La exploración de ese yacimiento, prevista para la primavera de 2010, revolucionará, según Juan Luis Montero, lo que hasta ahora se sabía sobre los principios del urbanismo, la expansión del imperio asirio e incluso cómo evolucionaron fronteras y el concepto de Estado, ya muy marcado en la sociedad del cuarto y tercero milenio antes de Cristo.
Ahora, el gran problema para los investigadores es el tiempo. El Gobierno sirio proyecta construir un gran embalse en esa garganta del río Éufrates, pegado al yacimiento de Tall Qabr, y apremia a acelerar la exploración de esta zona del Oriente Próximo considerada cuna de la civilización pero que pronto quedará sepultada bajo las aguas.
"Nosotros no buscamos tesoros, ni oro, no nos interesa, sólo queremos investigar y explorar una zona ahora virgen que puede resolver grandes enigmas y lagunas importantes de nuestro pasado", destacó el director de la expedición. Presentará dentro de 15 días sus resultados en un congreso internacional en Madrid y, convencido del impacto que supondrá, Montero espera ahora toda la colaboración y ayuda para sacar a la luz los secretos que aún conservan la fortaleza y la ciudad hasta ahora desconocidas del Éufrates.
Este profesor coruñés, que se declara harto del protagonismo mediático que adquiere cualquier descubrimiento de una nueva momia egipcia "cuando no arroja ningún datos histórico nuevo", insiste en la importancia que supone averiguar la evolución y expansión de la civilización asiria y de la antigua Mesopotamia. "Los franceses llevan 70 años haciendo prospecciones sobre Mari, la ciudad que se consideraba hasta ahora una excepción y ejemplar único en Oriente Próximo de los principios del urbanismo", destaca Montero. Pero ahora resulta que hubo otra, también al pie del Éufrates, y con una mina de secretos aún sin destapar. "Explorarla va a permitirnos averiguar cómo se pasó de vivir en aldeas a una sociedad urbana".
*Fuente. El País.
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