Con una antigüedad de más de 2,300 años, estas esculturas tienen reminiscencias de la cultura olmeca, al representar el rostro de deidades con características de jaguar, lo que revela la adopción de los antiguos mayas de elementos de la que se considera la primera civilización de Mesoamérica.
Las labores de atención de los mascarones elaborados en estuco, lodo y piedra, estará a cargo de especialistas de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural, del INAH, bajo la coordinación del investigador Gerardo Calderón.
“En la primera semana de mayo vendrá un equipo de restauradores que hará una limpieza integral, además resanarán y repondrán algunas pequeñas partes faltantes, así como su consolidación”, informó el arqueólogo Fernando Cortés, responsable del sitio arqueológico.
Abundó que durante estos trabajos de conservación, los restauradores también tomarán muestras del pigmento negro que enfatiza los rasgos de los rostros, para determinar su origen y posteriormente efectuar su recuperación, toda vez que se está desvaneciendo por causa del tiempo, el sol, la lluvia y el viento.
Cortés indicó que estos mascarones fueron hallados hace 15 años en los costados de la escalinata del templo piramidal más importante de este sitio prehispánico, conocido como Nohochbalam. “Sus dimensiones varían, el más pequeño es de aproximadamente 2 metros de alto por 3 de ancho, en tanto que el más grande mide 3 metros de alto por 10 de ancho.
“Se estima que estas esculturas fueron hechas hacia 350 a.C., lo que les confiere importancia a estos mascarones, ya que fueron el antecedente de otros más impactantes encontrados en Kohunlich y en otros sitios del área maya”.
Estos monumentos, subrayó, tienen gran influencia olmeca, “al verlas parece que se están viendo unas cabezas olmecas pero con elementos mayas, esto quiere decir que la civilización maya adoptó elementos de este ancestral grupo y de esta manera pudieron desarrollar una iconografía propia, tal y como la vemos actualmente”.
Algo peculiar de estas piezas, puntualizó el arqueólogo Cortés, es que a pesar del gran parecido que a simple vista guardan los mascarones con las cabezas olmecas, a los lados tienen una decoración netamente maya.
“Si no fuera por los adornos de las orejas pensaríamos que son esculturas olmecas”, comentó al indicar que los seis mascarones representan a una deidad con características de jaguar, y en la barbilla representa a otra relacionada con el “monstruo de la tierra” vinculado con la muerte.
“Al igual que en otras esculturas mayas, las orejas de los personajes siempre están perfectamente decoradas con símbolos, en el caso de estos mascarones tienen figuras relacionadas con el descarnamiento, así como con la serpiente”.
Finalmente, el arqueólogo del INAH mencionó que este grupo de mascarones de Chakanbakán son unos de los más antiguos del área maya, junto con los de Edzná, en Campeche, y Uaxactún, en Guatemala.
*Fuente. INAH