martes, 13 de diciembre de 2011

Hallazgo sonoro en objetos musicales prehispánicos


Un estudio de arqueoacústica, practicado en 125 instrumentos del área maya, revela que éstos emiten sonidos cuya escala no corresponde a la occidental, llamada “tipo maya”. Se trata de un proyecto emprendido por el INAH, que se aplica a colecciones de objetos musicales del Museo Nacional de Antropología


A partir de estudios de arqueoacústica, física, etnología e incluso ornitología (relativo a las aves), aplicados a 125 instrumentos musicales prehispánicos del área maya, un grupo de investigadores ha identificado que estos artefactos emiten sonidos cuya escala musical no corresponde a la occidental, es decir, tienen una gama propia, que preliminarmente los expertos han definido como “tipo maya”.

Dicha investigación se aplica por primera vez a ese conjunto de objetos, que forman parte de la colección permanente de la Sala Maya del Museo Nacional de Antropología, con la finalidad de recuperar el patrimonio intangible escondido en las cavidades de flautas, ocarinas, silbatos, trompetas y cornos, elaborados en cerámica o con las conchas de caracoles; en la superficie de caparazones (de tortugas) hechos sonar con percusión; en el golpeteo directo sobre tambores o en el sacudimiento de cascabeles y sonajas.

Luego de año y medio de desarrollo de este proyecto, emprendido por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta), los especialistas han identificado posibles resonancias empleadas por los antiguos mayas, de manera particular en ceremonias funerarias o agrícolas, para atraer la lluvia e imitar o cazar aves.

Es a partir de la ejecución de estos instrumentos prehispánicos, por parte de músicos de conservatorio —que también tocan instrumentos indígenas actuales—, como los investigadores buscan en los entramados sonoros de cada instrumento todas las escalas para hacerlo escuchar, de los cuales efectúan un registro sonoro, mismo que ha permitido identificar rangos entre los tonos y semitonos musicales.Mediante esta metodología, se ha determinado, por ejemplo, que entre las notas sol y sol sostenido emitidas por los artefactos mayas, los rangos detectados no corresponden a la música tocada con la escala occidental, gama que los expertos han definido como un posible tipo de “escala maya”.

Asimismo, se creía que la mayoría de las flautas prehispánicas ejecutaban escalas pentatónicas, es decir de cinco notas, que son las más simples y rudimentarias en la escala musical; ahora se está comprobando que varios de estos instrumentos de viento emiten rangos de sonido mucho más extensos, de manera que su análisis es muy complejo, como el caso de una flauta triple de la cual se obtuvieron 600 rangos sonoros.

El ejercicio anterior, denominado arqueología del sonido o arqueoacústica, es aplicado por primera vez en las colecciones del MNA, como parte de un proyecto emprendido con el fin de “renovar la visión que se tiene de las piezas, a través de estudios recientes auxiliados con la nueva tecnología”.

Diana Magaloni, directora del MNA, detalló que este tipo de piezas del museo están registradas y catalogadas, sin embargo hacía falta un estudio de los objetos que pudieron funcionar como instrumentos musicales, ya que la mayoría de las investigaciones estaban enfocadas en su naturaleza arqueológica, sin considerar los elementos intangibles.

El proyecto de investigación de instrumentos musicales prehispánicos del Museo Nacional de Antropología, es encabezado por Francisca Zalaquett, investigadora posdoctoral del Centro de Estudios Mayas de la UNAM, quien ha trabajado de manera conjunta con la arqueóloga del INAH Federica Sodi Miranda, especialista en dicha civilización, así como con un equipo de investigadores de ambas instituciones, para estudiar uno por uno los 125 instrumentos musicales que se exhiben en el MNA, en el espacio dedicado a esta cultura prehispánica.

Una vez concluido el análisis de dichas piezas, que lleva 90% de avance, éste continuará con los objetos de este tipo que se hallan en las salas Culturas del Golfo de México y Mexica, dos de las más ricas en instrumentos musicales del Museo Nacional de Antropología. En la primera se calculan alrededor de 200 objetos creados para hacer sonidos, y en la segunda 40.

Francisca Zalaquett recordó que los instrumentos musicales prehispánicos mayas están clasificados por los especialistas en tres grupos: idiófonos (su generador de sonido es el propio cuerpo que vibra, como los cascabeles y las sonajas); membranófonos (suenan a partir de una membrana que vibra, como los tambores que se hacen oír con golpes directos); y aerófonos (suenan con el aire oscilante).

Los aerófonos —detalló— tienen diversas subclasificaciones, hay flautas sencillas, dobles, triples o cuádruples, pueden ser de tubo recto, transversas, globulares, globulares múltiples; también trompetas, elaboradas con caracoles o en forma de caracol con barro o arcilla; ocarinas y silbatos.“En los acervos del Museo Nacional de Antropología hay una gran variedad de todas las clases mencionadas; la investigación de este patrimonio comienza en las fuentes históricas y con los antecedentes del contexto arqueológico en el que fueron recuperadas las piezas, luego se hace un reconocimiento de su estado de conservación por parte de un restaurador del INAH, y cuando es necesario, la antropóloga física Josefina Bautista toma radiografías para analizar de manera colegiada si es posible ejecutarlos y efectuar más estudios para conocer su técnica de manufactura.

“Si el estado de conservación lo permite, y dependiendo del instrumento, éste es tocado por músicos profesionales, como Roberto Carbajal, músico concertista de flauta, actualmente miembro de la Orquesta Sinfónica del Estado de México y estudiante de maestría en etnomusicología, quien ejecuta los aerófonos, utilizando sus conocimientos en técnica de alientos y la educación de su oído, hasta recuperar todas las posibilidades de tonos que pueda emitir cada uno”.

Los instrumentos se tocan dentro de una cabina portátil, diseñada por físicos del Laboratorio de Cibernética de la Facultad de Ciencias de la UNAM, con madera de triplay y una espuma que absorbe el ruido externo, lo que permite grabar las diferentes escalas que alcanzan, sin elementos que distorsionen el sonido.

En el caso de los aerófonos, durante la ejecución en cabina se aplican diferentes tipos de soplidos, mismos que se graban para luego hacer su análisis sonoro y registrarlos en tablas donde se describe el tipo de soplo realizado y qué sonido se emitió en cada caso. El número de resonancias que se llega a ejecutar varía en cada instrumento; por ejemplo, los silbatos han dado hasta cuatro tipos; las ocarinas hasta ocho o nueve; y con las flautas hay más variedad, la flauta triple de la Sala Maya del MNA dio 600 combinaciones.

Este novedoso estudio también se ha realizado en piezas del Museo Regional de Yucatán “Palacio Cantón”, el Fuerte de San Miguel, en Campeche y las bodegas de resguardo de acervos de la Zona Arqueológica de Chichén Itzá, en Yucatán, del Centro INAH-Campeche, de la Universidad Autónoma de Yucatán, y de la Zona Arqueológica de Calakmul.

Lo anterior con la finalidad de elaborar tablas de registro de escalas sonoras que ayuden a establecer los patrones sonoros de las diferentes áreas mayas, y poder compararlos con los de los instrumentos que alberga el MNA.

Datos como la representación de un sonido en la iconografía, los tipos de instrumentos musicales y su función en la sociedad mesoamericana ya han sido estudiados por diversos especialistas en fuentes documentales, etnográficas e iconográficas, pero no así el sonido. “En esta investigación se están grabando todos los sonidos posibles que puede emitir cada instrumento, y esa será nuestra aportación”, puntualizó Francisca Zalaquett.

El estudio nos está permitiendo establecer patrones sonoros relacionados con un significado, contexto social y momentos específicos de la vida cultural; con la ayuda de biólogos y ornitólogos también estamos ampliando el conocimiento sobre la relación entre los sonidos y las formas de muchos instrumentos.

“Hay una gran variedad de objetos modelados en barro con forma de animales; por ejemplo, ranas, que se encontraron enterradas como parte de ofrendas agrícolas, porque su canto se relacionaba con la lluvia; y una gran cantidad de especies de aves, como el búho, que se vinculaba al inframundo”, concluyó Zalaquett.

*Fuente. INAH

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