domingo, 3 de octubre de 2010

MURALES TOTONACOS RECOBRAN COLORIDO Y SIMBOLISMO

Tras casi tres años de restauración, la pintura mural del Edificio I, de la Zona Arqueológica de El Tajín, quedó limpia de sales que impedían su visibilidad. Se trata de 30 metros lineales de obra pictórica, plasmada en la época prehispánica entre 800 y 1200 d.C.


Luego de tres años de trabajos de restauración, 30 metros lineales de pintura mural prehispánica de la Zona Arqueológica de El Tajín, Veracruz, con una antigüedad de alrededor de mil años, recuperaron su colorido e iconografía para ser nuevamente expuestos al público.

Se trata de murales creados por antiguos grupos de la cultura totonaca, entre 800 y 1200 d.C., en el interior del Edificio I, ubicado en el área conocida como Tajín Chico, del sitio arqueológico.

Las obras pictóricas, que presentaban deterioros y algunos desmoronamientos producidos por sales, se hallan tanto en pisos, paredes, escalones, alfardas y nichos; es una decoración absoluta de toda la vivienda que pudo haber sido ocupada por algún personaje de alto rango.

A partir de 2007, un grupo de especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta), se dieron a la tarea del rescate y conservación de la pintura mural, bajo la coordinación de la restauradora Dulce María Grimaldi, que incluyeron además la atención de aplanados, pisos y estucos de dicho edificio.

Los murales presentaban deterioros producidos por concreciones de sales de carbonato de calcio, desmoronamiento y debilitamiento de algunas áreas. “Lo que se hizo fue limpiar con sustancias especiales y de forma meticulosa cada panel, para eliminar las capas o velos blancos de sal que se generaron con el paso del tiempo y que impedían la visibilidad de las imágenes.

“Además se fijó la capa pictórica que estaba a punto de desprenderse y se corrigieron las irregularidades en el plano, de tal modo que con estas labores de conservación se logró la recuperación de los elementos iconográficos y de la gama de colores, manifestó la especialista de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural, del INAH.

Las imágenes plasmadas en los murales hacen referencia a alegorías relacionadas con el viento, el agua, las deidades asociadas con este elemento, sacerdotes, animales fantásticos como jaguares o serpientes con cuerpos felinos; plumas y nubes en forma de grecas.

Con dichos trabajos de recuperación, la pintura mural que tiene una dimensión aproximada de 30 metros lineales por un metro de alto, recobró su belleza y variedad de colores: rojo, negro, blanco, azul, verde, rosa, café y amarillo.

“La pintura mural del Tajín Chico es una pequeña muestra de la cosmovisión de los antiguos habitantes de la región, donde el uso del color es muy delicado, las figuras están trazadas con gran detalle y precisión, lo que da pauta de una técnica nada improvisada sino de un grupo especializado que se dedicaba a pintar y que tenía amplio conocimiento de los materiales”, comentó Grimaldi.

La restauradora del INAH recordó que fue en los años 90, cuando se llevaron a cabo las primeras intervenciones en el lugar, que consistieron en liberar los murales del enterramiento en el que estaban, “ahora, en estos últimos tres años, se llevó a cabo el mejoramiento del Edificio I para que dichas expresiones artísticas puedan ser admiradas, y sólo falta por trabajar la cara sur de esta estructura”.

Por su parte, Patricia Castillo Peña, directora del Centro INAH-Veracruz, señaló que la intervención de esta pintura mural forma parte del programa de Mantenimiento Mayor de la Zona Arqueológica que lleva a cabo la conservación de murales, relieves y estucos del sitio.

El Tajín, ocupado entre los años 600 y 1200 d.C., está dividido en dos grandes sectores: el monumental y el residencial. En el primero se localizan edificios administrativos, políticos, altares y juegos de pelota, mientras que en el segundo se hallan áreas habitacionales como el Tajín Chico; ambos territorios se dividen por una muralla que delimita el lugar y marca la verticalidad del poder, porque mediante ésta se controlaban los accesos a la parte superior.

El Edificio I del Tajín Chico, conocido como Templo de Los Murales, fue edificado en tres etapas constructivas, en la última se realizó un estuco muy bruñido en blanco con diseños geométricos que se refieren al agua y la floración.

Finalmente, la arqueóloga Guadalupe Espinosa, directora de la zona arqueológica, comentó que con la restauración de los murales y la habilitación de El Tajín Chico, además de su reapertura a la visita pública, se cumple con los objetivos del INAH, en lo que toca a la conservación, mantenimiento y difusión del patrimonio cultural mexicano.

Ahora, además de la pintura mural, los visitantes pueden admirar una amplia área del Tajín Chico que había permanecido cerrado, y que incluye el túnel o pasadizo que comunicaba a este sitio con el recinto sagrado de la Gran Greca, llamado Xicalcoliuhqui.

*Fuente.
INAH

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