Descubrimientos recientes en una de las más grandes urbes de origen maya en Yucatán, revelan que esos animales eran sacrificados en ceremonias o eran empleados en platillos que se ofrendaban a las diferentes deidades mayas. Aunque menos apreciados, también se encuentran en esta lista reptiles como tortugas y víboras, venados juveniles y zopilotes, animales a los que invariablemente se recurría cuando alguien descendía al "inframundo".
El zooarqueólogo Christopher Markus Götz precisó que recientes excavaciones en el complejo denominado El Osario, en Chichén Itzá, han ubicado bajo su estructura numerosos huesos de iguanas y pavos, los cuales se cree eran ofrendados a los dioses en forma de tamales, ello a partir del siglo X. Señaló que aunque se tenía conocimiento de estos hechos, de acuerdo con el Códice Dresde, hasta hace poco se carecía de evidencia arqueológica, misma que fue ubicada en una cueva bajo El Osario.
Empero, destacó que más significativo ha sido conocer que los mayas también practicaban rituales similares a los pueblos del centro del país, como el sacrificio de los perros en ceremonias fúnebres para ayudar al amo en el andar por el inframundo. "Ya hemos encontrado un patrón en la zona maya, que es recurrente en el centro de México, pero que antes no se conocía aquí, que es enterrar a las persona con un perro", citó.
"Si se moría alguien, se mataba a un perro y se colocaba con la persona y esto era para que lo llevase y le ayudara a cruzar el río al Xibalbá, creencia y rito que lo conocemos de descripciones etnohistóricas del centro de México, y lo estamos encontrando en la zona maya, propia de los siglos X y XI", agregó. El perro, abundó, era bien visto y formaba una parte de la imagen diaria de los sitos arqueológicos. Los perros seguramente tenían una población elevada, no sólo porque constituía el mamífero doméstico único de la región mesoamericana, sino porque además eran consumidos. Además, este animal jugaba un papel fundamental como catalizador de desecho, al limpiar los sitios de huesos y restos orgánicos, consumiéndolos, digiriéndolos, y con ello, quitándoles su peligrosidad por patógenos.
El investigador de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY) mencionó que en el sitio de Yaxuná, a unos 25 kilómetros de Chichén Itzá, se encontró una tumba "con cantidades enormes, de 40 a 50 animales, que cosmológicamente se refieren al inframundo". Entre éstos figuran zopilotes, venados juveniles, reptiles como serpientes, y hasta tortugas, animales que, según la creencia, acompañaban a una persona cuando moría.
Por el contrario, expuso el especialista alemán, "no sabemos aún cuáles son los animales rechazados, pues por definición estaban fuera de los sitios", aunque en este sentido también les queda la duda sobre cuáles no se encontraban en la zona y ahora no son tal vez comunes. Sobre el venado cola blanca y su asociación con los rituales mayas, detalló que la evidencia sugiere que éste es un animal "que sólo se aprovecha muy fuertemente tras el ambiente que se crea por el sistema de cultivo de la milpa".
Una ciudad con más de 40 mil personas y basada en el aprovechamiento de la milpa para generar alimentos, necesariamente debió provocar la desaparición de bosques primarios, sostuvo. Estos nuevos ambientes de milpa provocaron el aumento de la población de venados cola blanca y de otras especies de pecarís, quizá no en el centro de los sitios, pero sí en los alrededores donde existían espacios habitacionales, concluyó.
*Fuente. La Jornada
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