Hallado el refugio de 30 bereberes, escenario de un episodio narrado por Jaume I
Son las tres llaves de los últimos rebeldes de Mallorca en el siglo XIII. Los restos de las piezas forjadas, que se usaron por última vez en marzo de 1230, han sido halladas en buen estado en un abrigo intacto de un acantilado donde resistieron unos veinte payeses mallorquines sarracenos, bereberes de Iraten (Artà). Aquellos isleños de Al Andalus huían de la conquista de la isla emprendida por el rey catalán Jaume I que dominó Palma (Medina Mayurka) el 31 de diciembre de 1229 y después instaló "un reino sobre el mar" y ocupó toda Mallorca. El episodio está narrado por el monarca en su crónica El llibre dels fets. Los sarracenos de Artà huyeron con las llaves de sus viviendas porque seguramente tenían previsto regresar a sus posesiones, pero quedaron cautivos, esclavizados por las tropas de los caballeros y magnates que reunió Jaume I. Ahora se ha hallado la prueba de aquella razia contra los últimos resistentes a la invasión.
"Hemos excavado un episodio que está documentado en un texto, lo que técnicamente es muy relevante. Sabemos por el rey lo que pasó y qué caballero intervino en el desalojo de los refugiados: el aragonés Pere Maça, que está retratado en murales bélicos del MNAC en Barcelona", detalla el historiador de la Universidad Autónoma de Barcelona Miquel Barceló. En la zona se apresaron unos 2000 andalusíes. Maça reclamó ballestas, picos y lanzas.
"La crónica de Jaume I nos permite una exploración insólita de una ocupación ocasional de días, entre el 24 y el 28 de marzo, con luna llena, de 1230 en que fueron capturados los payeses de las alquerías vecinas, que desconocían que lo que estaba ocurriendo era una conquista, una ocupación. Eran los vencidos", relata Barceló que bautizó el lugar con 'cova Jeroni' por el mitificado nativo jefe indio rebelde de Norteamérica.
"Excepcionalmente no hay rastros de que ese abrigo en la sierra de Artà, cerca de Ferrutx, fuera habitado antes o después de 1230. Es de muy difícil acceso y debió ser una aventura permanecer en esa rocas en desnivel, abiertas al viento, a 50 metros de altura en un acantilado", subraya el arqueólogo Mateu Riera, quien con la profesora Helena Kirchner ha desarrollado esta investigación. Unos bomberos montañeros del Consell de Mallorca descubrieron el enclave y han facilitado el trabajo de los investigadores en tan difíciles condiciones.
En la excavación ha aflorado cerámica, restos de comidas y fuego y un vertedero de esos restos. En el horno improvisado con media tinaja se halló la última comida de los cautivos: los huesos sin desmembrar de una pierna de conejo. Pero los sarracenos bereberes en fuga también comieron pescado -la cueva abierta está cerca del mar-: erizos marinos y almejas.
Son las tres llaves de los últimos rebeldes de Mallorca en el siglo XIII. Los restos de las piezas forjadas, que se usaron por última vez en marzo de 1230, han sido halladas en buen estado en un abrigo intacto de un acantilado donde resistieron unos veinte payeses mallorquines sarracenos, bereberes de Iraten (Artà). Aquellos isleños de Al Andalus huían de la conquista de la isla emprendida por el rey catalán Jaume I que dominó Palma (Medina Mayurka) el 31 de diciembre de 1229 y después instaló "un reino sobre el mar" y ocupó toda Mallorca. El episodio está narrado por el monarca en su crónica El llibre dels fets. Los sarracenos de Artà huyeron con las llaves de sus viviendas porque seguramente tenían previsto regresar a sus posesiones, pero quedaron cautivos, esclavizados por las tropas de los caballeros y magnates que reunió Jaume I. Ahora se ha hallado la prueba de aquella razia contra los últimos resistentes a la invasión.
"Hemos excavado un episodio que está documentado en un texto, lo que técnicamente es muy relevante. Sabemos por el rey lo que pasó y qué caballero intervino en el desalojo de los refugiados: el aragonés Pere Maça, que está retratado en murales bélicos del MNAC en Barcelona", detalla el historiador de la Universidad Autónoma de Barcelona Miquel Barceló. En la zona se apresaron unos 2000 andalusíes. Maça reclamó ballestas, picos y lanzas.
"La crónica de Jaume I nos permite una exploración insólita de una ocupación ocasional de días, entre el 24 y el 28 de marzo, con luna llena, de 1230 en que fueron capturados los payeses de las alquerías vecinas, que desconocían que lo que estaba ocurriendo era una conquista, una ocupación. Eran los vencidos", relata Barceló que bautizó el lugar con 'cova Jeroni' por el mitificado nativo jefe indio rebelde de Norteamérica.
"Excepcionalmente no hay rastros de que ese abrigo en la sierra de Artà, cerca de Ferrutx, fuera habitado antes o después de 1230. Es de muy difícil acceso y debió ser una aventura permanecer en esa rocas en desnivel, abiertas al viento, a 50 metros de altura en un acantilado", subraya el arqueólogo Mateu Riera, quien con la profesora Helena Kirchner ha desarrollado esta investigación. Unos bomberos montañeros del Consell de Mallorca descubrieron el enclave y han facilitado el trabajo de los investigadores en tan difíciles condiciones.
En la excavación ha aflorado cerámica, restos de comidas y fuego y un vertedero de esos restos. En el horno improvisado con media tinaja se halló la última comida de los cautivos: los huesos sin desmembrar de una pierna de conejo. Pero los sarracenos bereberes en fuga también comieron pescado -la cueva abierta está cerca del mar-: erizos marinos y almejas.
*Fuente. El País
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