El texto epigráfico fue hallado en una urna funeraria descubierta durante las excavaciones del sitio arqueológico de Comalcalco
Especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta) estudian el texto epigráfico maya más largo encontrado hasta la fecha en el estado de Tabasco, el cual fue hallado en una urna funeraria descubierta durante las excavaciones del sitio arqueológico de Comalcalco.
El texto se compone de 260 glifos, referentes a 14 años de la vida de un importante sacerdote del siglo VIII d.C., indicó Ricardo Armijo Torres, director del Proyecto Arqueológico Comalcalco. La relevancia de las inscripciones radica en ser las primeras que se hallan con relación a la vida de un sacerdote y no de un gobernante y sus consortes, como fue usual en la antigua cultura maya, lo que hace pensar a los expertos que dicho personaje ocupó un alto rango sacerdotal.
Los textos, recuperados en 1998, se encuentran escritos en pendientes de concha y espinas de raya, que fueron depositados en una urna funeraria localizada en la entrecalle de la fachada sur de los templos II y IIA de la Plaza Norte del sitio prehispánico, donde el individuo en cuestión fue amortajado y cubierto con abundante cinabrio (pigmento rojo). Junto a él fue localizada un ofrenda envuelta en piel de jaguar, que consiste en 90 pendientes, de los cuales destacan 34 piezas que muestran entre cuatro y seis glifos en una de sus caras. Asimismo, el envoltorio contenía 30 espinas de raya, cuyas dimensiones varías de entre 25 y 13 milímetros, de las cuales 25 presentan series glíficas. El contenido de la urna es analizado en el laboratorio del Centro INAH Tabasco.
Armijo Torres informó que el resto de la ofrenda consta de siete dijes de serpentina, concha y jadeíta, fragmentos de pirita, 72 cuentas semiesféricas, 52 dientes de tiburón con perforación bicónica, un excéntrico de pedernal, dos núcleos de obsidiana negra; nueve navajas de obsidiana gris y siete punzones de cola de raya. Los textos reúnen un total de 260 glifos, 80 de los cuales están identificados por la epigrafía maya, detalló el arqueólogo, al referir que las inscripciones que se pueden leer e interpretar en los pendientes y puntas de raya tienen una connotación religiosa, relativa a los rituales anuales efectuados por el yajaw k´ahk´, "señor de fuego", Aj Pakal Tahn. Los glifos se encuentran en orden descendente, y el primero proporciona la fecha de cuenta larga 9, 17, 0, 0, 7, 7 manik, 0 pop, equivalente a 31 de enero de 771 d.C., fecha que corresponde al inicio de la mayor parte de los textos recuperados en la ofrenda, que detallan 14 años de la vida del sacerdote maya.
Los textos describen eventos rituales de autosacrificio que incluían sangrías y actos de penitencia previos a los equinoccios de primavera, durante los cuales Aj Pakal Tahn fue acompañado por diversas deidades tutelares relacionadas con el dios maya de la lluvia, Chaac.
El arqueólogo Armijo Torres indicó que ya fue posible frenar el deterioro de las piezas que se vieron muy expuestas al detrimento natural del tiempo, y por el contacto con el suelo de la región que tiene una alta acidez. A diferencia de otras urnas funerarias localizadas en Comalcalco, esta tiene como particularidades su tamaño y la mampostería que la rodeaba, compuesta por 260 ladrillos pegados con mortero de cal.
Entre otros de los elementos recuperados, en la ofrenda localizada en la Urna 26, se encuentran espinas de erizo de mar, cinabrio y restos de otros materiales, como piel de jaguar, plumas, papel y dijes que eran usados por sacerdotes mayas para la adivinación y el autosacrificio. Las espinas de raya o aguijones son obtenidos del animal recientemente pescado y mientras éstas permanecían en estado coloidal el escriba plasmó la escritura y las imágenes antes de su calcificación. Entre los sacerdotes mayas de Comalcalco, los aguijones de raya eran utilizados para realizar perforaciones en oídos, lengua, frente, pene y otras partes del cuerpo, que producían desangramientos y mucho dolor, lo que los llevaba a alucinar para entablar contacto con los dioses.
La información epigráfica descrita en los textos de Comalcalco ha permitido saber que en la vecina ciudad de Palenque, Chiapas, también se llevaron a cabo ceremonias rituales similares para la inauguración de templos, como el Edificio de las nubes.
*Fuente. Noroeste
Especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta) estudian el texto epigráfico maya más largo encontrado hasta la fecha en el estado de Tabasco, el cual fue hallado en una urna funeraria descubierta durante las excavaciones del sitio arqueológico de Comalcalco.
El texto se compone de 260 glifos, referentes a 14 años de la vida de un importante sacerdote del siglo VIII d.C., indicó Ricardo Armijo Torres, director del Proyecto Arqueológico Comalcalco. La relevancia de las inscripciones radica en ser las primeras que se hallan con relación a la vida de un sacerdote y no de un gobernante y sus consortes, como fue usual en la antigua cultura maya, lo que hace pensar a los expertos que dicho personaje ocupó un alto rango sacerdotal.
Los textos, recuperados en 1998, se encuentran escritos en pendientes de concha y espinas de raya, que fueron depositados en una urna funeraria localizada en la entrecalle de la fachada sur de los templos II y IIA de la Plaza Norte del sitio prehispánico, donde el individuo en cuestión fue amortajado y cubierto con abundante cinabrio (pigmento rojo). Junto a él fue localizada un ofrenda envuelta en piel de jaguar, que consiste en 90 pendientes, de los cuales destacan 34 piezas que muestran entre cuatro y seis glifos en una de sus caras. Asimismo, el envoltorio contenía 30 espinas de raya, cuyas dimensiones varías de entre 25 y 13 milímetros, de las cuales 25 presentan series glíficas. El contenido de la urna es analizado en el laboratorio del Centro INAH Tabasco.
Armijo Torres informó que el resto de la ofrenda consta de siete dijes de serpentina, concha y jadeíta, fragmentos de pirita, 72 cuentas semiesféricas, 52 dientes de tiburón con perforación bicónica, un excéntrico de pedernal, dos núcleos de obsidiana negra; nueve navajas de obsidiana gris y siete punzones de cola de raya. Los textos reúnen un total de 260 glifos, 80 de los cuales están identificados por la epigrafía maya, detalló el arqueólogo, al referir que las inscripciones que se pueden leer e interpretar en los pendientes y puntas de raya tienen una connotación religiosa, relativa a los rituales anuales efectuados por el yajaw k´ahk´, "señor de fuego", Aj Pakal Tahn. Los glifos se encuentran en orden descendente, y el primero proporciona la fecha de cuenta larga 9, 17, 0, 0, 7, 7 manik, 0 pop, equivalente a 31 de enero de 771 d.C., fecha que corresponde al inicio de la mayor parte de los textos recuperados en la ofrenda, que detallan 14 años de la vida del sacerdote maya.
Los textos describen eventos rituales de autosacrificio que incluían sangrías y actos de penitencia previos a los equinoccios de primavera, durante los cuales Aj Pakal Tahn fue acompañado por diversas deidades tutelares relacionadas con el dios maya de la lluvia, Chaac.
El arqueólogo Armijo Torres indicó que ya fue posible frenar el deterioro de las piezas que se vieron muy expuestas al detrimento natural del tiempo, y por el contacto con el suelo de la región que tiene una alta acidez. A diferencia de otras urnas funerarias localizadas en Comalcalco, esta tiene como particularidades su tamaño y la mampostería que la rodeaba, compuesta por 260 ladrillos pegados con mortero de cal.
Entre otros de los elementos recuperados, en la ofrenda localizada en la Urna 26, se encuentran espinas de erizo de mar, cinabrio y restos de otros materiales, como piel de jaguar, plumas, papel y dijes que eran usados por sacerdotes mayas para la adivinación y el autosacrificio. Las espinas de raya o aguijones son obtenidos del animal recientemente pescado y mientras éstas permanecían en estado coloidal el escriba plasmó la escritura y las imágenes antes de su calcificación. Entre los sacerdotes mayas de Comalcalco, los aguijones de raya eran utilizados para realizar perforaciones en oídos, lengua, frente, pene y otras partes del cuerpo, que producían desangramientos y mucho dolor, lo que los llevaba a alucinar para entablar contacto con los dioses.
La información epigráfica descrita en los textos de Comalcalco ha permitido saber que en la vecina ciudad de Palenque, Chiapas, también se llevaron a cabo ceremonias rituales similares para la inauguración de templos, como el Edificio de las nubes.
*Fuente. Noroeste
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