Las obras en Tetitla quedaron restauradas luego de 2 años de trabajo.
Con más de 1300 años de antigüedad, los principales murales prehispánicos del Palacio de Tetitla, en la Zona Arqueológica de Teotihuacan, quedaron restaurados luego de dos años de labor a cargo de especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH Conaculta).
Se trata de pinturas elaboradas entre los años 600 y 700 d.C., entre las que destacan las conocidas como Las Águilas, Diosas verdes, Caballero Jaguar, Jaguares anaranjados, Manos, Vírgulas con gotas, Aves con conchas y Los Buzos, distribuidas en ese conjunto arquitectónico, y de las cuales se ha recuperado su esplendor.
Jaime Cama Villafranca, experto de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM), y quien dirigió la intervención, informó que esta tarea se centró en ocho de las 16 obras que presentaban el mayor deterioro por el paso del tiempo y factores naturales como el sol, viento, polvo y humedad.
“Comenzaron a ser atendidos en septiembre de 2007 por el INAH, luego de tres décadas de no recibir una intervención profunda”, indicó luego de explicar que paralelamente a la intervención de las obras se hizo una investigación científica de cada muro para lograr un entendimiento de lo que se restauraba; se sacaron muestras de pigmentos y se llevaron a cabo diferentes estudios.
“Para los análisis se empleó un aparato que analiza con luz ultravioleta los materiales que conforman la pintura; se trata de un equipo portátil que permite saber su composición mineral. También se revisaron los registros gráficos realizados hace 70 años, cuando se descubrieron las pinturas.”
Como parte de esta tarea de conservación, se logró la recuperación del color negro en el mural Las Águilas, el cual ya no se observaba a simple vista. “Al iniciar la intervención de este panel nos encontramos frente a una pintura que presentaba cabezas de dicha ave pintadas en rojo, flotando en un espacio blanco.
“Analizando la superficie, observamos restos de líneas que unían las cabezas. Al hacer la reintegración descubrimos figuras semejantes a plumas en tono negro, descritas en los informes arqueológicos de la década de los cuarenta”.
Así mismo, en el mural Diosas de jade también se logró recuperar un pigmento que ya no se distinguía: el azul. “Se trata de personajes femeninos de iconografía muy elaborada, que parecen arrojar elementos acuáticos de las manos”.
Por los exquisitos decorados pictóricos, los especialitas intuyen que el barrio de Tetitla fue habitado por un sector de la población que gozó de cierto estatus económico. En este sitio también destaca la denominada Jaguares anaranjados o Jaguares en Procesión, donde se muestra a ocho de estos felinos portando penachos y formados en dirección a la puerta de acceso de una habitación.
En esta pintura, se observan a los jaguares en posición sedente y de sus fauces surgen figuras trilobuladas, que los iconografistas han interpretado como corazones cortados o amasijos de carne que están devorando o regurgitando.
Cama explicó que entre los principales problemas que presentaban las pinturas estaban la erosión de las capas pictóricas, la salinización provocada por la humedad y la lluvia. En general, dijo, se les hizo limpieza y se les restituyó el color; también se retiraron algunos aplanados y resanes de cemento que fueron sustituidos por otros elaborados con cal.
Por su parte, la restauradora Ingrid Jiménez, responsable del trabajo en campo, informó que al inicio de la intervención sólo se iban a atender los murales, pero sobre la marcha detectaron otros problemas de conservación en el edificio: desgaste en pisos y goteras en las techumbres que protegen el edificio, por lo que el conjunto arquitectónico se trabajó de manera integral.
“Se consolidaron los pisos originales y se les colocaron protecciones en los andadores de recorrido. También se cambiaron las techumbres viejas por unas nuevas y en el área de los murales se colocó lámina transparente a manera de tragaluz, que permite observar las pinturas con luz natural sin que las toquen los rayos solares.
Jaime Cama concluyó que el trabajo se realizó con un equipo de 16 estudiantes de la ENCRyM en un proyecto que tiene como finalidad llevar a los futuros restauradores a trabajar en los monumentos, es decir, “los involucramos en proyectos prácticos de campo porque su formación no depende solo de los talleres escolares, sino enfrentándolos a la realidad con el patrimonio cultural”.
Con más de 1300 años de antigüedad, los principales murales prehispánicos del Palacio de Tetitla, en la Zona Arqueológica de Teotihuacan, quedaron restaurados luego de dos años de labor a cargo de especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH Conaculta).
Se trata de pinturas elaboradas entre los años 600 y 700 d.C., entre las que destacan las conocidas como Las Águilas, Diosas verdes, Caballero Jaguar, Jaguares anaranjados, Manos, Vírgulas con gotas, Aves con conchas y Los Buzos, distribuidas en ese conjunto arquitectónico, y de las cuales se ha recuperado su esplendor.
Jaime Cama Villafranca, experto de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM), y quien dirigió la intervención, informó que esta tarea se centró en ocho de las 16 obras que presentaban el mayor deterioro por el paso del tiempo y factores naturales como el sol, viento, polvo y humedad.
“Comenzaron a ser atendidos en septiembre de 2007 por el INAH, luego de tres décadas de no recibir una intervención profunda”, indicó luego de explicar que paralelamente a la intervención de las obras se hizo una investigación científica de cada muro para lograr un entendimiento de lo que se restauraba; se sacaron muestras de pigmentos y se llevaron a cabo diferentes estudios.
“Para los análisis se empleó un aparato que analiza con luz ultravioleta los materiales que conforman la pintura; se trata de un equipo portátil que permite saber su composición mineral. También se revisaron los registros gráficos realizados hace 70 años, cuando se descubrieron las pinturas.”
Como parte de esta tarea de conservación, se logró la recuperación del color negro en el mural Las Águilas, el cual ya no se observaba a simple vista. “Al iniciar la intervención de este panel nos encontramos frente a una pintura que presentaba cabezas de dicha ave pintadas en rojo, flotando en un espacio blanco.
“Analizando la superficie, observamos restos de líneas que unían las cabezas. Al hacer la reintegración descubrimos figuras semejantes a plumas en tono negro, descritas en los informes arqueológicos de la década de los cuarenta”.
Así mismo, en el mural Diosas de jade también se logró recuperar un pigmento que ya no se distinguía: el azul. “Se trata de personajes femeninos de iconografía muy elaborada, que parecen arrojar elementos acuáticos de las manos”.
Por los exquisitos decorados pictóricos, los especialitas intuyen que el barrio de Tetitla fue habitado por un sector de la población que gozó de cierto estatus económico. En este sitio también destaca la denominada Jaguares anaranjados o Jaguares en Procesión, donde se muestra a ocho de estos felinos portando penachos y formados en dirección a la puerta de acceso de una habitación.
En esta pintura, se observan a los jaguares en posición sedente y de sus fauces surgen figuras trilobuladas, que los iconografistas han interpretado como corazones cortados o amasijos de carne que están devorando o regurgitando.
Cama explicó que entre los principales problemas que presentaban las pinturas estaban la erosión de las capas pictóricas, la salinización provocada por la humedad y la lluvia. En general, dijo, se les hizo limpieza y se les restituyó el color; también se retiraron algunos aplanados y resanes de cemento que fueron sustituidos por otros elaborados con cal.
Por su parte, la restauradora Ingrid Jiménez, responsable del trabajo en campo, informó que al inicio de la intervención sólo se iban a atender los murales, pero sobre la marcha detectaron otros problemas de conservación en el edificio: desgaste en pisos y goteras en las techumbres que protegen el edificio, por lo que el conjunto arquitectónico se trabajó de manera integral.
“Se consolidaron los pisos originales y se les colocaron protecciones en los andadores de recorrido. También se cambiaron las techumbres viejas por unas nuevas y en el área de los murales se colocó lámina transparente a manera de tragaluz, que permite observar las pinturas con luz natural sin que las toquen los rayos solares.
Jaime Cama concluyó que el trabajo se realizó con un equipo de 16 estudiantes de la ENCRyM en un proyecto que tiene como finalidad llevar a los futuros restauradores a trabajar en los monumentos, es decir, “los involucramos en proyectos prácticos de campo porque su formación no depende solo de los talleres escolares, sino enfrentándolos a la realidad con el patrimonio cultural”.
*Fuente. INAH
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