*** Arqueólogos del INAH descubrieron diversos entierros humanos con evidencias de cremación; se presume fueron parte de un ritual hecho antes de la Conquista. *** Por su cercanía a la barranca Tlacuetla, se deduce que el ritual estuvo dedicado a este espacio que en la época prehispánica estaba asociado al inframundo
Especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta) descubrieron diversas tumbas de la cultura tlaxcalteca, cuyos restos humanos presentan indicios de cremación y que se presume formaron parte de un ritual, efectuado entre 1450 y 1519, poco antes de la Conquista, dedicado a la barranca, sitio que era asociado con el inframundo y con el regreso a las ciudades míticas como la de Tollan y Aztlan.
El descubrimiento se registró en las cercanías a la barranca Tlacuetla, perteneciente a la población de San Lucas Cuauhtelulpan, donde a lo largo de más de un año arqueólogos del INAH han efectuado labores de salvamento arqueológico por la construcción de un libramiento, y que han permitido también el hallazgo de más de una veintena de piezas de cerámica policromada, como copas y vasos prehispánicos, algunos de los cuales contenían huesos humanos cremados.
El arqueólogo Eduardo Contreras Martínez, responsable del trabajo arqueológico, detalló que en total se registraron cinco depósitos, dos de los cuales han sido explorados totalmente. “Contenían restos humanos que por sus características se sabe corresponden al periodo Posclásico Tardío, época de auge de la cultura tlaxcalteca”.
En uno de los estos dos depósitos —abundó—, se hallaron poco más de diez kilogramos de hueso humano cremado y restos de un cráneo con la mandíbula desplazada hacia la derecha, debajo de éste se encontró una pequeña jarra policroma de tipo Azteca II.
Mientras, en el segundo se hallaron cuatro tumbas, cada una de las cuales contenía los restos óseos de dos adultos y dos infantes. Los primeros se ubicaron en posición flexionada; uno de ellos mostraba fractura craneal, así como una fisura en el hueso del brazo derecho.
Contreras Martínez detalló que los restos óseos se encontraron asociados a diferentes piezas de cerámica policroma de estilo mixteco: platos, cajetes, vasijas chicas y de gran tamaño, que en la época precortesiana eran intercambiadas por otros productos, y principalmente para rituales.
Los restos del par de infantes se encontraron cremados —de la cadera hacia abajo—, en tanto que el cráneo y el pecho fueron hallados en buen estado. Uno de los rostros estaba cubierto con un cajete.
En Tlaxcala “esta cerámica ha sido hallada en contextos rituales de importancia, así como también está asociada con la discusión del lugar de origen de uno de los mas importantes códices prehispánicos: el Borgia”, indicó el arqueólogo del Centro INAH Tlaxcala.
En este sentido, es importante recordar que para los antiguos tlaxcaltecas la cerámica era un importante medio de expresión ideológico, asociado con actividades de índole ritual como lo demuestran los vestigios hallados cerca de esta barranca que fue objeto de veneración.
“Las barrancas estaban asociadas con el inframundo y con el regreso a las ciudades míticas como la de Tollan y Aztlan, siempre abundantes de agua, peces y maíz”, puntualizó Contreras Martínez al destacar que estos entierros evidencian una gran celebración con el uso del fuego.
“Hallamos una fuerte cantidad de carbón que fue utilizado en el momento que se realizaron los rituales y las cremaciones; por su ubicación se cree que fueron dedicadas a la misma barranca, como si se tratase de ofrendas de consagración”.
“En el México prehispánico se sabe que a ciertas lagunas, ríos, montañas y remolinos de agua les realizaban ceremonias y depositaban ofrendas. Las barrancas eran parte de esta amplia concepción del paisaje ritual del mundo precortesiano”, explicó el arqueólogo.
El investigador del INAH comentó que en el resto de los tres depósitos que aún no se exploran se tienen evidencias de restos óseos y de algunos objetos que datan de la época colonial.
Entre tales piezas destacan algunas figurillas de franciscanos y de monjas, así como hojas de cuchillos de hierro, “lo que nos indica que en este lugar aún después de la Conquista se siguieron realizando ceremonias y sacrificios con motivos prehispánicos”, concluyó.
*Fuente. INAH
Especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta) descubrieron diversas tumbas de la cultura tlaxcalteca, cuyos restos humanos presentan indicios de cremación y que se presume formaron parte de un ritual, efectuado entre 1450 y 1519, poco antes de la Conquista, dedicado a la barranca, sitio que era asociado con el inframundo y con el regreso a las ciudades míticas como la de Tollan y Aztlan.
El descubrimiento se registró en las cercanías a la barranca Tlacuetla, perteneciente a la población de San Lucas Cuauhtelulpan, donde a lo largo de más de un año arqueólogos del INAH han efectuado labores de salvamento arqueológico por la construcción de un libramiento, y que han permitido también el hallazgo de más de una veintena de piezas de cerámica policromada, como copas y vasos prehispánicos, algunos de los cuales contenían huesos humanos cremados.
El arqueólogo Eduardo Contreras Martínez, responsable del trabajo arqueológico, detalló que en total se registraron cinco depósitos, dos de los cuales han sido explorados totalmente. “Contenían restos humanos que por sus características se sabe corresponden al periodo Posclásico Tardío, época de auge de la cultura tlaxcalteca”.
En uno de los estos dos depósitos —abundó—, se hallaron poco más de diez kilogramos de hueso humano cremado y restos de un cráneo con la mandíbula desplazada hacia la derecha, debajo de éste se encontró una pequeña jarra policroma de tipo Azteca II.
Mientras, en el segundo se hallaron cuatro tumbas, cada una de las cuales contenía los restos óseos de dos adultos y dos infantes. Los primeros se ubicaron en posición flexionada; uno de ellos mostraba fractura craneal, así como una fisura en el hueso del brazo derecho.
Contreras Martínez detalló que los restos óseos se encontraron asociados a diferentes piezas de cerámica policroma de estilo mixteco: platos, cajetes, vasijas chicas y de gran tamaño, que en la época precortesiana eran intercambiadas por otros productos, y principalmente para rituales.
Los restos del par de infantes se encontraron cremados —de la cadera hacia abajo—, en tanto que el cráneo y el pecho fueron hallados en buen estado. Uno de los rostros estaba cubierto con un cajete.
En Tlaxcala “esta cerámica ha sido hallada en contextos rituales de importancia, así como también está asociada con la discusión del lugar de origen de uno de los mas importantes códices prehispánicos: el Borgia”, indicó el arqueólogo del Centro INAH Tlaxcala.
En este sentido, es importante recordar que para los antiguos tlaxcaltecas la cerámica era un importante medio de expresión ideológico, asociado con actividades de índole ritual como lo demuestran los vestigios hallados cerca de esta barranca que fue objeto de veneración.
“Las barrancas estaban asociadas con el inframundo y con el regreso a las ciudades míticas como la de Tollan y Aztlan, siempre abundantes de agua, peces y maíz”, puntualizó Contreras Martínez al destacar que estos entierros evidencian una gran celebración con el uso del fuego.
“Hallamos una fuerte cantidad de carbón que fue utilizado en el momento que se realizaron los rituales y las cremaciones; por su ubicación se cree que fueron dedicadas a la misma barranca, como si se tratase de ofrendas de consagración”.
“En el México prehispánico se sabe que a ciertas lagunas, ríos, montañas y remolinos de agua les realizaban ceremonias y depositaban ofrendas. Las barrancas eran parte de esta amplia concepción del paisaje ritual del mundo precortesiano”, explicó el arqueólogo.
El investigador del INAH comentó que en el resto de los tres depósitos que aún no se exploran se tienen evidencias de restos óseos y de algunos objetos que datan de la época colonial.
Entre tales piezas destacan algunas figurillas de franciscanos y de monjas, así como hojas de cuchillos de hierro, “lo que nos indica que en este lugar aún después de la Conquista se siguieron realizando ceremonias y sacrificios con motivos prehispánicos”, concluyó.
*Fuente. INAH
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