Los restos de un templo circular de la antigua México-Tenochtitlan, que de acuerdo con el plano reconstructivo del centro ceremonial mexica, podría ser el más importante dedicado a Ehécatl-Quetzalcóatl, dios del viento, fue descubierto por especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta), atrás de la Catedral Metropolitana.
“Por su ubicación y cercanía con el Templo Mayor del recinto sagrado, concuerda con lo asentado en la representación hecha por el arqueólogo y arquitecto Ignacio Marquina en 1960, según el cual en estas inmediaciones, a espaldas de la Catedral Metropolitana, se encontraba el templo más importante dedicado a Ehécatl-Quetzalcóatl. “La trascendencia del hallazgo consiste en que, poco a poco, el dato arqueológico va confirmando o corrigiendo la documentación histórica sobre lo que fue el recinto sagrado de México-Tenochtitlan, el cual se extendía por aproximadamente un cuadrángulo de 500 metros”, señaló Raúl Barrera Rodríguez, responsable del Programa de Arqueología Urbana (PAU), del INAH.
El descubrimiento se registró en un predio de la calle de Guatemala número 16, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, como resultado de más de dos meses de trabajo arqueológico por parte de expertos del PAU, donde han salido a la luz los vestigios de lo que fuera la parte posterior de una plataforma prehispánica de dos cuerpos y que debió medir en su conjunto cerca de 32 metros de longitud; así como de un templo circular adosado, cuyo diámetro oscilaría en los 14 metros.
La edificación presenta dos etapas constructivas y por sus características arquitectónicas corresponden a la Etapa VI del Templo Mayor (1486 d.C. - 1502 d.C.), época de auge del imperio azteca bajo el dominio de Ahuízotl. Mientras que los pisos superiores refieren a la Etapa VII (1502 d.C. - 1521 d.C.), aquella que vieron los conquistadores españoles a su llegada.
“A diferencia de la maqueta hecha por Marquina, la excavación nos hace deducir que el templo debió estar más cerca del Templo Mayor, pero en general el dato arqueológico coincide con el plano reconstructivo del centro ceremonial mexica realizado por el maestro, aledaño al sur con la cancha del juego de pelota”, puntualizó Barrera Rodríguez. El arqueólogo responsable del PAU destacó que se trata, sin duda, de los indicios de una de las edificaciones más importantes del antiguo centro ceremonial tenochca; pues todo indica que el basamento prehispánico, con su templo circular, estaba dirigido al Templo Mayor, concretamente hacia el lado del adoratorio a Tláloc.
Lo anterior —dijo—, tiene sentido si se considera que Ehécatl-Quetzalcóatl, era el dios mexica del viento, elemento que precede a la lluvia, esta última representada por Tláloc, divinidad del agua y del rayo. De ahí que la pirámide consagrada a Ehécatl-Quetzalcóatl, conocida como la “Casa del viento”, tuviera una forma peculiar: su fachada era de planta cuadrangular, mientras que su parte posterior, de planta circular, servía para sustentar un templo de forma cilíndrica cubierto por un techo de paja a manera de un gran cono.
De acuerdo con los relatos de los conquistadores, la decoración de este templo consistía en la figura de una serpiente emplumada (el nombre de la deidad), cuyas fauces abiertas constituían el acceso mismo a su adoratorio.
“A pesar de que en el recinto sagrado de Tenochtitlan había varios templos y altares dedicados a Ehécatl, tenemos el ejemplo de la Pirámide de Pino Suárez y restos de otro en el subsuelo de la Catedral Metropolitana, éste que se acaba de descubrir debió ser el más representativo”, anotó Raúl Barrera.
La exploración, abundó, en el interior del también denominado Edificio Escalerillas (nombre anterior de la calle de Guatemala), se dio en respuesta a la intención de su propietario para llevar a cabo una obra de carácter civil, por lo que previamente se procedió al salvamento arqueológico. Derivado del trabajo arqueológico también se hallaron algunos fragmentos de esculturas mexicas que fueron reutilizadas a mediados del siglo XVI, ya en la época colonial, para la construcción de las casas de los conquistadores, particularmente para la morada de Juan Engel, uno de los primeros fundadores de la Nueva España. Los trozos de esculturas pertenecen a la parte inferior de una representación de Miquixtli (una diosa mexica de la muerte), concretamente a un faldón con figuras de cráneos, y en la base de esta pieza tallada en piedra verde se encuentra una imagen de la deidad terrestre, Tlaltecuhtli, con un quincunce (jeroglífico que señala los rumbos de universo). El resto de los fragmentos corresponden a una almena en forma de biznaga y a un pie con sandalia de una escultura antropomorfa.
Por su parte, el arqueólogo Israel Fuentes Martínez, encargado del análisis de los materiales cerámicos, explicó que además se han encontrado tiestos novohispanos, así como de porcelana china y mayólica. Bajo las capas de cerámica colonial se han encontrado también restos de pisos prehispánicos enlajados, además de tepalcates de cerámica denominada Rojo Texcoco, sahumadores y platos Azteca III (época de auge), y en menor cantidad Azteca IV y V (periodos correspondientes a la decadencia del imperio mexica y del contacto español).
Raúl Barrera expresó que la intervención oportuna del PAU permitirá definir las características del proyecto de obra civil que se llevará a cabo en Guatemala 16; luego de la entrega de un informe completo sobre la excavación al Consejo de Arqueología del INAH. Cabe mencionar que el área de acción del Programa de Arqueología Urbana comprende aproximadamente un cuadrángulo de 500 metros, espacio que según cálculos ocupaba el recinto sagrado de la antigua Tenochtitlan.
*Fuente. INAH
“Por su ubicación y cercanía con el Templo Mayor del recinto sagrado, concuerda con lo asentado en la representación hecha por el arqueólogo y arquitecto Ignacio Marquina en 1960, según el cual en estas inmediaciones, a espaldas de la Catedral Metropolitana, se encontraba el templo más importante dedicado a Ehécatl-Quetzalcóatl. “La trascendencia del hallazgo consiste en que, poco a poco, el dato arqueológico va confirmando o corrigiendo la documentación histórica sobre lo que fue el recinto sagrado de México-Tenochtitlan, el cual se extendía por aproximadamente un cuadrángulo de 500 metros”, señaló Raúl Barrera Rodríguez, responsable del Programa de Arqueología Urbana (PAU), del INAH.
El descubrimiento se registró en un predio de la calle de Guatemala número 16, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, como resultado de más de dos meses de trabajo arqueológico por parte de expertos del PAU, donde han salido a la luz los vestigios de lo que fuera la parte posterior de una plataforma prehispánica de dos cuerpos y que debió medir en su conjunto cerca de 32 metros de longitud; así como de un templo circular adosado, cuyo diámetro oscilaría en los 14 metros.
La edificación presenta dos etapas constructivas y por sus características arquitectónicas corresponden a la Etapa VI del Templo Mayor (1486 d.C. - 1502 d.C.), época de auge del imperio azteca bajo el dominio de Ahuízotl. Mientras que los pisos superiores refieren a la Etapa VII (1502 d.C. - 1521 d.C.), aquella que vieron los conquistadores españoles a su llegada.
“A diferencia de la maqueta hecha por Marquina, la excavación nos hace deducir que el templo debió estar más cerca del Templo Mayor, pero en general el dato arqueológico coincide con el plano reconstructivo del centro ceremonial mexica realizado por el maestro, aledaño al sur con la cancha del juego de pelota”, puntualizó Barrera Rodríguez. El arqueólogo responsable del PAU destacó que se trata, sin duda, de los indicios de una de las edificaciones más importantes del antiguo centro ceremonial tenochca; pues todo indica que el basamento prehispánico, con su templo circular, estaba dirigido al Templo Mayor, concretamente hacia el lado del adoratorio a Tláloc.
Lo anterior —dijo—, tiene sentido si se considera que Ehécatl-Quetzalcóatl, era el dios mexica del viento, elemento que precede a la lluvia, esta última representada por Tláloc, divinidad del agua y del rayo. De ahí que la pirámide consagrada a Ehécatl-Quetzalcóatl, conocida como la “Casa del viento”, tuviera una forma peculiar: su fachada era de planta cuadrangular, mientras que su parte posterior, de planta circular, servía para sustentar un templo de forma cilíndrica cubierto por un techo de paja a manera de un gran cono.
De acuerdo con los relatos de los conquistadores, la decoración de este templo consistía en la figura de una serpiente emplumada (el nombre de la deidad), cuyas fauces abiertas constituían el acceso mismo a su adoratorio.
“A pesar de que en el recinto sagrado de Tenochtitlan había varios templos y altares dedicados a Ehécatl, tenemos el ejemplo de la Pirámide de Pino Suárez y restos de otro en el subsuelo de la Catedral Metropolitana, éste que se acaba de descubrir debió ser el más representativo”, anotó Raúl Barrera.
La exploración, abundó, en el interior del también denominado Edificio Escalerillas (nombre anterior de la calle de Guatemala), se dio en respuesta a la intención de su propietario para llevar a cabo una obra de carácter civil, por lo que previamente se procedió al salvamento arqueológico. Derivado del trabajo arqueológico también se hallaron algunos fragmentos de esculturas mexicas que fueron reutilizadas a mediados del siglo XVI, ya en la época colonial, para la construcción de las casas de los conquistadores, particularmente para la morada de Juan Engel, uno de los primeros fundadores de la Nueva España. Los trozos de esculturas pertenecen a la parte inferior de una representación de Miquixtli (una diosa mexica de la muerte), concretamente a un faldón con figuras de cráneos, y en la base de esta pieza tallada en piedra verde se encuentra una imagen de la deidad terrestre, Tlaltecuhtli, con un quincunce (jeroglífico que señala los rumbos de universo). El resto de los fragmentos corresponden a una almena en forma de biznaga y a un pie con sandalia de una escultura antropomorfa.
Por su parte, el arqueólogo Israel Fuentes Martínez, encargado del análisis de los materiales cerámicos, explicó que además se han encontrado tiestos novohispanos, así como de porcelana china y mayólica. Bajo las capas de cerámica colonial se han encontrado también restos de pisos prehispánicos enlajados, además de tepalcates de cerámica denominada Rojo Texcoco, sahumadores y platos Azteca III (época de auge), y en menor cantidad Azteca IV y V (periodos correspondientes a la decadencia del imperio mexica y del contacto español).
Raúl Barrera expresó que la intervención oportuna del PAU permitirá definir las características del proyecto de obra civil que se llevará a cabo en Guatemala 16; luego de la entrega de un informe completo sobre la excavación al Consejo de Arqueología del INAH. Cabe mencionar que el área de acción del Programa de Arqueología Urbana comprende aproximadamente un cuadrángulo de 500 metros, espacio que según cálculos ocupaba el recinto sagrado de la antigua Tenochtitlan.
*Fuente. INAH
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