Restauradores aplican con éxito diversos tratamientos para el retiro de sales de esta obra pictórica que data de 1555. El uso de nanotecnología y limpiezas especiales se han realizado en este mural que se alberga en el interior de la caja de agua del Colegio de la Santa Cruz de Santiago Tlatelolco.
Especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta) han aplicado con éxito diversos tratamientos para estabilizar la pintura mural de la caja de agua del Colegio de la Santa Cruz de Santiago Tlatelolco, entre ellos el uso de nanopartículas (la milmillonésima parte de una partícula) de hidróxido de calcio, que han permitido avanzar en el retiro de sales producidas por humedad.
Considerado como un vestigio único que manifiesta la fusión de técnicas pictóricas de las culturas mexica y europea durante los albores novohispanos, este mural, descubierto en 2002 en la Ciudad de México, presenta escenas naturalistas realizadas por manos indígenas en el año 1555, sólo 34 años después de la Conquista.
María del Carmen Castro, responsable de estos trabajos, explicó que debido a que la caja de agua se ubica al pie de la fachada oeste del convento, presenta distintas y constantes fuentes de humedad, causadas por el nivel freático del suelo y las fugas de las instalaciones hidráulicas cercanas, además de la proximidad con un jardín adyacente que representa otro foco de presencia de agua.
De acuerdo con la restauradora adscrita a la Coordinación de Conservación del Patrimonio Cultural del INAH, luego de conocer los distintos tipos de sales: sulfatos, carbonatos, cloruros e hidratos, que afectaban la obra novohispana, y analizar su técnica pictórica, se definieron algunos de los métodos de restauración a aplicar para el retiro de velos blanquecinos que los cubrían.
“En mayor medida teníamos sulfatos y carbonatos, para eliminarlos realizamos una serie de limpiezas con el uso de pulpa de papel y soluciones especiales. Este procedimiento ha resultado muy efectivo porque disminuye notablemente la cantidad de sales y devuelve claridad a la imagen”.
Otra de las tecnologías aplicadas, destacó la restauradora del INAH, ha sido el uso de nanopartículas (la milmillonésima parte de una partícula) de hidróxido de calcio, toda vez que éstas funcionan “tejiendo” redes que “atrapan” los pigmentos que podrían desprenderse de la pintura. La aplicación de este método es supervisado por investigadores de la Universidad de Florencia, concretamente por el doctor Piero Baglioni, pionero en esta materia.
María del Carmen Castro anotó que lo anterior “no significa que vamos a consolidar todos los estratos con nanotecnología, porque ésta sólo se aplica en las capas de pintura que difícilmente podemos consolidar. Y por otra parte inyectamos cal en las oquedades para darle soporte a esta obra del siglo XVI”.
Pese a los logros obtenidos con los diferentes métodos aplicados, “las sales seguirán presentándose en tanto persista el contenido de agua en los muros. En la medida de nuestra competencia hemos realizado calas en las áreas externas a la caja de agua a fin de controlar la humedad”.
A la par del trabajo de arqueólogos y restauradores del INAH, la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos ha realizado labores para brindar una mayor unidad espacial a la exhibición de los restos de dicha caja de agua, en cuyo interior se plasmó la pintura mural de 12 metros y cuyas imágenes tienen gran parentesco con las ilustraciones del Códice Florentino, de fray Bernardino de Sahagún, el Mapa de Upsala y otras pictografías como el Azcatitlan y el Cozca
Cabe mencionar que la caja de agua del Colegio de la Santa Cruz de Santiago Tlatelolco, forma parte de los sitios en los que este año continuarán las labores de restauración, en el marco del recién anunciado Programa Nacional de Conservación de Pintura Mural Prehispánica, en el que convergen los esfuerzos del INAH, la UNAM y la Universidad de Florencia, Italia.
Otros murales que serán atendidos como parte de este proyecto se ubican en las zonas arqueológicas de Calakmul (Campeche) , Cholula (Puebla), Mayapán (Yucatán), Cacaxtla (Tlaxcala), Tamuín (San Luis Potosí) y Bonampak (Chiapas).
*Fuente. INAH
Especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta) han aplicado con éxito diversos tratamientos para estabilizar la pintura mural de la caja de agua del Colegio de la Santa Cruz de Santiago Tlatelolco, entre ellos el uso de nanopartículas (la milmillonésima parte de una partícula) de hidróxido de calcio, que han permitido avanzar en el retiro de sales producidas por humedad.
Considerado como un vestigio único que manifiesta la fusión de técnicas pictóricas de las culturas mexica y europea durante los albores novohispanos, este mural, descubierto en 2002 en la Ciudad de México, presenta escenas naturalistas realizadas por manos indígenas en el año 1555, sólo 34 años después de la Conquista.
María del Carmen Castro, responsable de estos trabajos, explicó que debido a que la caja de agua se ubica al pie de la fachada oeste del convento, presenta distintas y constantes fuentes de humedad, causadas por el nivel freático del suelo y las fugas de las instalaciones hidráulicas cercanas, además de la proximidad con un jardín adyacente que representa otro foco de presencia de agua.
De acuerdo con la restauradora adscrita a la Coordinación de Conservación del Patrimonio Cultural del INAH, luego de conocer los distintos tipos de sales: sulfatos, carbonatos, cloruros e hidratos, que afectaban la obra novohispana, y analizar su técnica pictórica, se definieron algunos de los métodos de restauración a aplicar para el retiro de velos blanquecinos que los cubrían.
“En mayor medida teníamos sulfatos y carbonatos, para eliminarlos realizamos una serie de limpiezas con el uso de pulpa de papel y soluciones especiales. Este procedimiento ha resultado muy efectivo porque disminuye notablemente la cantidad de sales y devuelve claridad a la imagen”.
Otra de las tecnologías aplicadas, destacó la restauradora del INAH, ha sido el uso de nanopartículas (la milmillonésima parte de una partícula) de hidróxido de calcio, toda vez que éstas funcionan “tejiendo” redes que “atrapan” los pigmentos que podrían desprenderse de la pintura. La aplicación de este método es supervisado por investigadores de la Universidad de Florencia, concretamente por el doctor Piero Baglioni, pionero en esta materia.
María del Carmen Castro anotó que lo anterior “no significa que vamos a consolidar todos los estratos con nanotecnología, porque ésta sólo se aplica en las capas de pintura que difícilmente podemos consolidar. Y por otra parte inyectamos cal en las oquedades para darle soporte a esta obra del siglo XVI”.
Pese a los logros obtenidos con los diferentes métodos aplicados, “las sales seguirán presentándose en tanto persista el contenido de agua en los muros. En la medida de nuestra competencia hemos realizado calas en las áreas externas a la caja de agua a fin de controlar la humedad”.
A la par del trabajo de arqueólogos y restauradores del INAH, la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos ha realizado labores para brindar una mayor unidad espacial a la exhibición de los restos de dicha caja de agua, en cuyo interior se plasmó la pintura mural de 12 metros y cuyas imágenes tienen gran parentesco con las ilustraciones del Códice Florentino, de fray Bernardino de Sahagún, el Mapa de Upsala y otras pictografías como el Azcatitlan y el Cozca
Cabe mencionar que la caja de agua del Colegio de la Santa Cruz de Santiago Tlatelolco, forma parte de los sitios en los que este año continuarán las labores de restauración, en el marco del recién anunciado Programa Nacional de Conservación de Pintura Mural Prehispánica, en el que convergen los esfuerzos del INAH, la UNAM y la Universidad de Florencia, Italia.
Otros murales que serán atendidos como parte de este proyecto se ubican en las zonas arqueológicas de Calakmul (Campeche) , Cholula (Puebla), Mayapán (Yucatán), Cacaxtla (Tlaxcala), Tamuín (San Luis Potosí) y Bonampak (Chiapas).
*Fuente. INAH
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